Escrito por Andrés Aljure Saab para Semana.com el 01/12/2019
¿Cómo volver a motivarse después del descanso? El coach de felicidad Andrés Aljure da algunos consejos para evitar la melancolía que implica regresar al trabajo después del descanso de fin de año.
Arrancar el año puede resultar duro para muchos, hay estudios que así lo demuestran, lo que no quiere decir que así sea para todo el mundo. El año pasado Andrés Aljure, coach de felicidad, hizo un sondeo en redes sociales, que si bien no es estadísticamente representativo, demostró que muchos al regresar de una temporada de descanso se sienten deprimidos, aburridos y tienen dificultad para volverse a motivar con sus actividades. “Cerca del 50 por ciento de la gente manifiesta que sí tiene en mayor o menor grado este síndrome”.
Pero para entender mejor el tema, Aljure señala que es importante definir que las vacaciones “son la oportunidad de restablecerse y recuperarse o de hacer algo que uno nunca hace porque las ocupaciones laborales no nos dejan, como un viaje anhelando o un curso vacacional”, dice.
Otro, sin embargo, ven este tiempo como un escape de sus vidas laborales. “Si usted las ve así no habrá tiempo de vacaciones suficiente para estar bien porque está escapando de un trabajo aburridor, desagradable e incluso lacerante y poco retador”, explica. Al volver encontrará la misma situación y en ese sentido, según el experto, las vacaciones se convertirán más en un episodio neurótico en “el que la persona le hace el quite a una situación que está viviendo”.
También hay que considerar la periodicidad con que se toman estas vacaciones. Algunos no consideran el desgaste y por eso pueden sentir un cansancio mayor. “Si tomo una vez al año y en ese año estoy reventado de trabajo pues tal vez la manera en que las está manejando no es la adecuada”, dice. A Aljure le gusta hacer un símil de las vacaciones con lo que les sucede a un nadador que va a hacer una piscina de 50 metros. Esta persona no cruza esa distancia con la cabeza sumergida en el agua sino que la saca cada dos o tres brazadas para respirar y poder seguir. “Si no lo hace tendrá que parar parar o de lo contrario se ahoga”.
En vacaciones sucede lo mismo. La gente necesita durante ese periodo de descanso tener recuperaciones acordes con su desgaste para poder continuar con ganas y productividad, bienestar y satisfacción. La solución para esto es pensar si la periodicidad es acorde con el desgaste de cada quien, y si no es así lo aconsejable es partirlas o tener episodios de vacaciones menos intensos pero más frecuentes de manera que evite el desgaste que genera un periodo tan largo de trabajo.
Con el auge de los aparatos tecnológicos es frecuente que la gente siga conectada a su trabajo durante las vacaciones. Para Aljure la desconexión total siempre es sana, el problema es que no todos lo pueden hacer. Todo depende del rol en su empresa. “Si está en un proyecto que no le permite desconectarse cien por cien será más difícil, pero si lo puede hacer desconectarse ayuda a liberarse de tensiones. Si no puede, determine momentos de conexión limitados para que tenga otros de descanso”.
Algunas personas trabajan en comités de crisis y deben estar disponibles las 24 horas aún en vacaciones. Estas personas, según Aljure, tendrán que ajustarse y acomodarse. “Si eso lo desgasta habría que pensar si la actividad va en línea con su propósito y gustos”.
Hay muchas cosas que se pueden hacer para que el regreso de vacaciones no sea tan duro. Quienes ven las vacaciones como un descanso para recuperarse del trabajo puede programar su llegada dos o tres días antes para ir organizando su escritorio, saludar a los amigos, almorzar con gente para contextualizarse, de modo que la transición no sea tan drástica. “Es una manera de aclimatarse de la misma forma que un buzo de profundidad no puede subir a la superficie sin hacer una descompresión inicial”.
Otro consejo es pensar en el propósito del trabajo. Recordar cada cierto tiempo por qué hace su trabajo ayuda a motivarse nuevamente, especialmente si ese propósito viene de adentro. “Saber por qué hago las cosas es una de los mejores herramientas para enfrentar los obstáculos que se presentan dia a dia”, dice Aljure. Es un motor que ayuda a seguir adelante a pesar de que el trabajo requiera de mucho esfuerzo.
Otra consejo al retornar de vacaciones es continuar con el descanso. “Hay personas que sienten culpa porque cuando regresan creen que no pueden descansar más”, dice. Pero están equivocadas. Todos pueden plantearse actividades de disfrute en los fines de semana: puede ser un viaje corto, ver una película, reunirse con amigos o practicar algún pasatiempo. El mensaje es que al final de las vacaciones no se acaba la recuperación porque como dice Aljure “el cuerpo es una maquinaria que requiere estar en mantenimiento permanente. Si el cuerpo está cansado y no siente satisfacción pierde productividad y de ahí vienen consecuencias no gratas”, dice.
Tener propósitos es fundamental en ambos casos, tanto para aquellos que ven las vacaciones como un escape o para los que las aprecian como un descanso. En el primer caso la persona debe analizar si lo que hace en su trabajo contribuye a lograr sus propósitos y si el ambiente en el que se mueve es satisfactorio. Preguntas como estas ayudan a hacer ajustes o a hacer un rediseño a su vida.
En el segundo caso, el propósito sirve para saber cómo enfocarse en lo relevante. “Saber a qué le hago el quite en las muchas cosas que se presentan en el trabajo. Así es mucho más fácil colar lo que sirve de lo que no, saber a qué me le apunto. Cuando tengo un propósito hay unas actividades que encajan y otras que no”, dice. Un ejemplo es un deportista de alto rendimiento que tiene como propósito ganar. Si tiene esto claro, le será más fácil decirle no a las noches de rumba para poderse dedicar a su preparación física. “El propósito me da la fuerza para hacer lo que debo hacer”.
Para que haya garantía de cumplir el propósito Aljure recomienda proponer metas viables. Por más retador que sea el objetivo, si la persona no tiene posibilidades realistas de cumplirlo va a frustrarse en lugar de recibir bienestar. Para eso hay que asegurar que las condiciones de tiempo y dinero permitan su logro. Un ejemplo: si alguien tiene como propósito ser bilingüe en seis meses y está en nivel básico en cuanto al conocimiento del nuevo idioma y además tiene muchas obligaciones y no tiene plata para hacer una inmersión total en ese idioma, está proponiendo una meta inalcanzable que debe replantearse en un plazo más largo.
Los objetivos también deben ser ecológicos y no deben ir en detrimento de otras facetas de su vida. Por ejemplo, las personas deben pensar si quiere hipotecar 40 de 52 fines de semana al año en pro de un objetivo que podría ser viable pero que implica abandonar a su familia y va en detrimento de su salud. Para que la meta sea viable debe ser consecuente con las expectativas.
Volver al trabajo después de las vacaciones requiere de poner en prácticas sus habilidades y conocimiento, de construir o mantener relaciones positivas e ir en línea con el propósito de su vida. Implica además celebrar logros y alcances en esa actividad. “Si usted trabaja en esas cuatro cosas con seguridad el síndrome de posvacaciones nunca llegará. Por el contrario tendrá vida con bienestar y placer independientemente de las muchas emociones negativas que la vida siempre nos trae metidas entre cosa y cosa”.
Fuente original: El síndrome posvacaciones sí existe