Cuando se es el menor de tres hermanos nacidos cada 9 años, como es mi caso, en el que si mi padre y mi madre viviesen tendrían 100 y 84 años respectivamente, la perspectiva de la vida se torna particular en muchos aspectos, porque de manera relativamente temprana y frecuente experimenté la muerte de padres, tíos, familiares y personas que han sido referentes en muchos sentidos.
Esa circunstancia me ha llevado a darle una mirada más amplia a la vida y a darle atención a otros aspectos más allá de los acostumbrados temas profesionales y laborales que ocupaban gran parte de mi concentración y que tomaban no menos del 50% de mi tiempo consciente, como suele pasar a gran cantidad de las personas que trabajan en el mundo de las organizaciones, entre las cuales podría sin duda estar usted.
Es así como la ingeniería, los sistemas de gestión, la estrategia y la consultoría, entre otras disciplinas y ámbitos, se han visto complementados, mas no reemplazados, por temas como la Felicidad, la Psicología Positiva y el Coaching.
En paralelo con la situación descrita, y en especial en los últimos años de los 20 de vida profesional que he trasegado, he tenido oportunidad de intercambiar con miles de estudiantes y con diversidad de clientes y organizaciones, pero, sobre todo, con personas como usted o como yo. En dicho intercambio he evidenciado grandes niveles de insatisfacción de la gente, a pesar, incluso, de que cuentan en su mayoría con favorables situaciones económicas y, en muchos casos, con excelentes posiciones laborales y salarios, por mencionar sólo un par de facetas de la integralidad de la vida humana.
Lo observado en estas experiencias, aunque me había sido inquietante, no me sorprendía. ¿Por qué? Porque el “mundo” se ha venido acostumbrado a vivir así: ¡con insatisfacción malsana! Cifras de diferentes fuentes confiables lo corroboran. Por ejemplo, según Rafael Santandreu, reconocido Psicólogo Cognitivo, quien ejerce en Barcelona España, afirma: “el 30% de las personas sufren de neurosis”, siendo ésta el uso de la negación para evitar hacer frente a las cosas que duelen o no gustan de la vida. Por su parte, el último Estudio Nacional de Salud Mental del Ministerio de Salud y Protección Social de Colombia, concluye que los trastornos de ansiedad son los de mayor prevalencia dentro de la población general con cifras que alcanzan el 19.3%. Con base en lo descrito no tengo duda: ¡La Felicidad, o su ausencia, es un tema de salud pública!
Ahora bien, en mi proceso de búsqueda personal, de formación y de ejercicio profesional, he tenido acceso a resultados de diversos estudios de entre los cuales quiero compartir en este momento el siguiente.
En 2008 la profesora de la universidad de California y Ph. D de la Universidad de Stanford, Sonja Lyubomirsky, en su obra “El cómo de la felicidad” estableció cuáles son los factores generales que inciden en los niveles de felicidad de las personas, llegando a los siguientes datos:
Antes de hacer referencia a los números, es probable que usted pueda estarse preguntando: si se trata de determinar cuáles son los factores que influyen sobre la felicidad, lo primero que quisiera precisar es ¿Qué es la Felicidad?
Pues bien, la felicidad puede ser entendida de diversas maneras. Algunos como Eduardo Punset, economista, abogado y comunicador científico, la definen como la ausencia de temor, otros como Tal Ben-Shahar, profesor de Felicidad de la Universidad de Harvard, doctor en comportamiento organizacional, la definen como la vivencia de una vida con propósito y que al mismo tiempo se disfruta, y otros como el Psiquiatra Luis Rojas Marcos, como la vivencia de una vida satisfactoria en general, entre muchas otras posibles.
Lo que sí es cierto es que, según los resultados del estudio de la doctora Lyubomirsky, e independientemente de la definición por la que nos inclinemos, la felicidad es como un “traje a la medida” para cada quien, dependiendo de sus características propias, sus actividades, su entorno y/o sus propósitos.
En esta misma línea, nuestras decisiones y acciones sí nos permiten modificar o incrementar nuestro nivel de felicidad dado que éste depende en un 40% de nuestras actividades intencionales que, por supuesto, dependen de nuestra actitud y de nuestros patrones de pensamiento, y tan sólo depende en un 10% de factores externos que no están en nuestro control, como puede ser la situación económica, el clima y los comportamientos de los demás, por mencionar algunos.
Seguramente le sorprendió, como a mí en su momento, que el resultado del estudio mostró que la felicidad depende en un 50% de factores genéticos que no están bajo nuestro control, al menos hasta el momento. Sin embargo, tenga en cuenta que otros estudios científicos serios, que trataré en otros espacios, demuestran que el ejercicio atenúa factores genéticos desfavorables para la Felicidad. Por cierto, no lo piense dos veces: ¡Haga ejercicio!
Y si usted se pregunta, como yo en ocasiones: ¿y qué pasa cuando tenemos una situación de salud adversa o situaciones de vida infrahumanas? Si bien es cierto que no las deseamos y buscamos evitarlas, en caso de presentarse circunstancias extremadamente adversas, y sin ser fácil ni siempre exitoso el resultado, mientras nos entrenamos, le invito a cambiar su actitud, como busco hacerlo, en coherencia con lo que plantea una adaptación de lo que Viktor Frankl afirmó en su libro “El hombre en busca de sentido” Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino.